




Hace poco entré por primera vez en una alfarería de Santa Maria del Camí. Se llama M. Riera y, pasando por delante parece una casa particular, no tiene letrero que llama la atención.
Me llevé una sorpresa por el ambiente tan agradable y cautivador que reinaba en el interior de este lugar. Era pronto por la mañana y la mezcla de luz era alucinante iluminando la gran cantidad de obras. La variedad de formas y volúmenes mostraban una armonía increíble, llevándose de maravilla todas las formas, desde las piezas más sencillas hasta las más complicadas, luciendo todas una belleza sorprendente.
Tengo que volver un día por la tarde.
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