Era a
mitad de julio cuando hice estas fotos a las golondrinas. Se habían instalado
en lo alto de la nave del vivero de mis amigos.
Me había
olvidado de las fotos y eso que me causó una gran alegría verlos allí arriba.
Durante
mi niñez las golondrinas siempre estaban anidando en algunas partes de la casa
donde crecí.
Como
siempre había algún ventanuco abierto donde podían entrar y salir para instalar
sus nidos en vigas o salientes. Eran parte de los habitantes y las queríamos mucho.
Incluso tuvimos que criar alguno de los peques a mano cuando caían de un nido o
habían sido empujados por los otros cuando casi no cabían al crecer.
Me
acuerdo como se reunían en otoño con muchas otras que estaban preparándose para
iniciar el viaje de emigración hacia sus hábitats del sur. Era la señal que comenzaría
la época fría.