Somos una
isla. Estamos rodeados de agua, de mucha agua mediterránea.
Agua
verdes, turquesas, azules y según el día dorada o plateada y bien negra de
noche.
Con
reflejos, muchos reflejos que aun son más cambiantes según las circunstancias.
Bueno,
quiero decir que tenemos mucha agua.
Pero no
nos basta. Nos falta el agua bendita, la de la lluvia. Lo que va de invierno
casi no ha llovido. Nos prometen lluvias y cae lo que se dice cuatro gotas. Luego
se levanta un viento bestial y seca lo poquito que hay de humedad.
Ahora,
para este fin de han vuelto a prometer agua de la “buena”. La estamos esperando
con ansiedad. Estoy pensando en la naturaleza.