Los caquiers (palosantos) son todo un espectáculo en este
tiempo.
Han perdido la mayoría de las hojas y las que les quedan
tienen colores como joyas preciosas.
Ayer, cuando hice estas fotografías, era un disfrute ver los
árboles así de adornados.
La pena era la valla de rejilla que me separaba de ellos.
Me hubiese gustado probar la fruta directo del árbol.