Un
amigo me regaló una Yucca.
Estaba
en una maceta nada grande y la planté en el lado “silvestre” de mi jardín donde
apenas hay tierra entre el suelo de rocas.
Pensé
que de esta manera no crecería mucho.
Pues,
se ha hecho grande ya. Pasa de los dos metros y lleva floreciendo el tercer año
en este calor de agosto.