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Cala San Vicente es otro pequeño núcleo muy bello pero turísticamente muy explotado.
Después de muchos años sin ir, fui la semana pasada a pegar un vistazo.
Cuantas construcciones, en muchos casos horrendas, se han levantado allí.
Allí, si alguien es amante de la naturaleza, le aconsejo hacer como yo: mirar hacia la mar y olvidarse unos momentos de lo que tenemos a nuestra espalda.
De esta manera, esforzando la ilusión, no duele tanto el destrozo que hemos hecho (entre tantos otros) en los lugares más bellos de nuestra isla.