Ayer
solté la última mariquita de las que crié de huevos a adultos.
Era muy
emocionante poder seguir el desarrollo de estos simpáticos bichos.
Las
larvas crecían muy rápido. Los cuidé muy bien, dándoles tres veces al día pulgón
fresco.
Era
trabajo, ya que tenía que respetar los otros enemigos de pulgones. A lo último
les di tallos de remolacha roja espigada, que estaban repletos de “comidas”
para mi pequeño rebaño.
Luego
se iban transformando en pupas. Estuvieron unos cinco días. Para librar se del
vestido de pupa pasaron bastantes horas, hasta que de ellas se libraron las
mariquitas amarillas.
Con el
paso de las horas se podía apreciar los topitos, que se iban oscureciendo poco
a poco. Luego el color de las mariquitas se volvió naranja para al final quedar
con su típico color rojo. A medida que se movían ya decididas y comenzaron a
estar muy quietas cuando me dedique a ellas (se hacen el muerto, cuando se
sienten en peligro) los iba llevando a varios plantas del jardín.
De los muchos
que solté, solamente dos cogieron vuelo al acto. La gran mayoría se quedaron
escalando las hojas en su nuevo ambiente natural. En libertad Iban tan rápidas
que me costaba mucho hacer les alguna
foto medianamente enfocada.
El día
8 de mayo cogimos los primeros huevos y ayer 3 de junio solté la última
mariquita.