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Ayer tarde cuando abrí la ventana para fotografiar la puesta del sol me encontré a este pajarillo (Sylvia melanocephala, curruca en castellano y buscaret en nuestras islas) tumbado de espalda en la repisa.
Pienso que habrá chocado contra los vidrios y se quedó trastornado o conmovido.
Su corazón latía muy aprisa.
Le cogí en la mano disfrutando del tacto de su cuerpecillo calentito y sentir su pulso.
Poco a poco volvió en si para volar luego al próximo acebuche.