Era muy
divertido ver jugar a la gata joven de mi amigo Matéu.
En esta
ocasión se metía con los cordones de los zapatos de su amo.
A lo
mejor se imaginaba estar luchando con una serpiente negra que estaba metida en
una cueva oscura.
Cuando había
ganado la batalla miraba triunfante a su alrededor.
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