¡Qué
bien!
Ha
llovido y bastante.
Anoche
ya se escuchaba la música de lluvia y durante la mañana seguía aún un rato,
esto sí, más débil.
El jardín
estaba rebosando de vida.
Las
flores brillaban, las gotas en el estanque distraían a ranas y peces.
Los
bichitos se lo pasaron bomba. Se estiraban las aún diminutas frutas del
limonero.
El
drago empezaba soltando sus frutitas con las semillas.
En fin,
una gozada después de tanta añoranza de agua buena…
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